¿Por qué andamos de pie cuando el resto de animales van a cuatro patas? Los científicos se han roto la cabeza pensando e investigando por qué somos así y cuándo empezó todo. En la actualidad, somos de los pocos mamíferos que pueden andar sobre las extremidades posteriores (pies), dejando libres las extremidades anteriores (manos). ¿Para qué nos hicimos bípedos? o, mejor dicho, ¿qué problema evolutivo se resolvió con el bipedismo?
Pues lamentablemente parece ser que no está del todo claro y los científicos no se ponen de acuerdo de qué nos llevó a la disposición actual. Nadie discute que ser bípedo acarrea algunos problemas; nos hace más vulnerables y lentos y provoca tensiones en la columna vertebral que otros animales no padecen, pero, al parecer, también supone un gasto menor de energía que caminar a cuatro patas.
Hayamos llegado a él por el motivo que sea, el bipedismo es una estrategia exigente y arriesgada. Significa modificar la pelvis, convirtiéndola en un instrumento capaz de soportar toda la carga. Para preservar la fuerza necesaria, el canal de nacimiento de la hembra ha de ser relativamente estrecho. Eso tiene dos consecuencias inmediatas, muy importantes, y una a largo plazo. Significa, en primer lugar, mucho dolor para cualquier madre que dé a luz y un peligro mucho mayor de muerte, tanto para la madre como para el niño. Además para que la cabeza del bebé pueda pasar por un espacio tan pequeño tiene que nacer cuando el cerebro es aún pequeño, y por tanto, mientras el bebé es aún un ser desvalido. Eso significa que hay que cuidarlo durante mucho tiempo, lo que exige a su vez un sólido vínculo varón-hembra. Todo esto resulta bastante problemático cuando se es el dueño intelectual del planeta, pero, cuando eres un australopitecino pequeño y vulnerable, con un cerebro del tamaño de una naranja, el riesgo debe haber sido enorme.
Frente a esta aparente vulnerabilidad, el hombre moderno tiene dos ventajas en caso de ataque; un buen cerebro con el que podemos idear estrategias, y unas manos, con las que podemos tirar o blandir objetos que hagan daño, y, combinando manos y cerebro, crearlos. Somos de las pocas criaturas que pueden hacer daño a distancia. Podemos permitirnos por ello ser físicamente vulnerables.
Pues lamentablemente parece ser que no está del todo claro y los científicos no se ponen de acuerdo de qué nos llevó a la disposición actual. Nadie discute que ser bípedo acarrea algunos problemas; nos hace más vulnerables y lentos y provoca tensiones en la columna vertebral que otros animales no padecen, pero, al parecer, también supone un gasto menor de energía que caminar a cuatro patas.
Hayamos llegado a él por el motivo que sea, el bipedismo es una estrategia exigente y arriesgada. Significa modificar la pelvis, convirtiéndola en un instrumento capaz de soportar toda la carga. Para preservar la fuerza necesaria, el canal de nacimiento de la hembra ha de ser relativamente estrecho. Eso tiene dos consecuencias inmediatas, muy importantes, y una a largo plazo. Significa, en primer lugar, mucho dolor para cualquier madre que dé a luz y un peligro mucho mayor de muerte, tanto para la madre como para el niño. Además para que la cabeza del bebé pueda pasar por un espacio tan pequeño tiene que nacer cuando el cerebro es aún pequeño, y por tanto, mientras el bebé es aún un ser desvalido. Eso significa que hay que cuidarlo durante mucho tiempo, lo que exige a su vez un sólido vínculo varón-hembra. Todo esto resulta bastante problemático cuando se es el dueño intelectual del planeta, pero, cuando eres un australopitecino pequeño y vulnerable, con un cerebro del tamaño de una naranja, el riesgo debe haber sido enorme.
Frente a esta aparente vulnerabilidad, el hombre moderno tiene dos ventajas en caso de ataque; un buen cerebro con el que podemos idear estrategias, y unas manos, con las que podemos tirar o blandir objetos que hagan daño, y, combinando manos y cerebro, crearlos. Somos de las pocas criaturas que pueden hacer daño a distancia. Podemos permitirnos por ello ser físicamente vulnerables.
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