Todo el mundo siente algo cuando, en una noche estrellada, y en un lugar lo suficientemente apartado de las luces de la ciudad desde el que poder ver la infinitésima porción de universo que alcanza nuestra vista, mira hacia arriba y ve esto.
Algunos prefieren lo tradicional y se sobrecogen por la belleza épica del universo o les impresiona su absurda escala. Otros se decantan por la clásica «crisis existencial y posterior comportamiento extraño durante la siguiente media hora». Pero todo el mundo siente algo.
Un cielo repleto de estrellas parece enorme pero lo que vemos no es más que nuestro vecindario más próximo. En las mejores noches posibles podemos ver hasta 2.500 estrellas (aproximadamente una cienmillonésima parte de las estrellas de nuestra galaxia), y casi todas ellas están a menos de 1.000 años luz de nosotros (o un 1% del diámetro de la Vía Láctea). Así que a lo que realmente estamos mirando es a esto:
La zona blanca rodeada por un círculo rojo muestra nuestro cielo nocturno. Imagen. |
Ante tal inmensidad no se hace raro pensar que, quizás, en algún lugar allá a lo lejos, haya otros como nosotros. Quien más, quien menos, se habrá hecho esta pregunta alguna vez y es por ello que la humanidad, con el fin de contactar con una civilización alienígena, ha transmitido mensajes dirigidos a posibles civilizaciones extraterrestres desde la década de 1970. Quizás los proyectos más famosos sean los discos de oro que viajan a bordo de las sondas Voyager, conocidos como «Sound of Earth» o «Sonidos de la Tierra», discos de gramófono en los que se incluyen algunas decenas de sonidos y más de imágenes características de nuestro planeta; y las emisiones de mensajes de radio a través del radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, enviadas a partir de 1974. Aunque todo había empezado dos años antes lanzando una botella con un mensaje a la inmensidad del océano espacial.
La Pioneer 10 en Cabo Cañaveral. |
La Pioneer 10 es una sonda espacial estadounidense que fue lanzada por la NASA en 1972. El objetivo básico de esta nave era explorar los planetas gigantes del sistema solar, es decir, Júpiter y Saturno. Pero la sonda tenía, y tiene, un segundo objetivo, mucho más fascinante y romántico. Se trata de lograr hallar, lo que podríamos llamar, vida inteligente, y comunicarnos con ellos por medio de una placa con inscripciones colocada sobre la sonda. De esta forma la Pioneer 10 se convirtió en el primer intento serio de conectar con civilizaciones extraterrestres. Posteriormente vendrían otros como la Pioneer 11 y las del programa Voyager, ya mencionado.
A modo de curiosidad debemos decir que las sondas Pioneer 10 y Voyager 1, son los objetos construidos por el hombre que más se ha alejado de la Tierra (y ambas fueron lanzadas en direcciones opuestas, lo que las convierte el los dos objetos artificiales fabricados en la Tierra más lejanos entre sí).
La Pioneer 10 fue la primera sonda que atravesó el cinturón de asteroides y que llegó hasta el planeta Júpiter, el objetivo principal de su misión. En junio del año 1983 se convirtió en el primer objeto fabricado por el ser humano que escapó del Sistema Solar al atravesar la órbita de Neptuno, en aquel momento el planeta más distante del Sol dada la excentricidad de la órbita del denostado Plutón.
La NASA dio por finalizada oficialmente la misión de la Pioneer 10 en 1997, después de 25 años de recorrido surcando el Universo. Aunque la Pioneer se resistió a ser olvidada y siguió mandando regularmente mensajes hasta 2003, la NASA no espera volver a contactar nunca más con ella. Está destinada a viajar eternamente por los confines del universo hasta que la humanidad se olvide de su existencia. Su próximo encuentro con algo será dentro de 2 millones de años con la estrella Aldebaran.
La Pioneer 10 fue la primera sonda que atravesó el cinturón de asteroides y que llegó hasta el planeta Júpiter, el objetivo principal de su misión. En junio del año 1983 se convirtió en el primer objeto fabricado por el ser humano que escapó del Sistema Solar al atravesar la órbita de Neptuno, en aquel momento el planeta más distante del Sol dada la excentricidad de la órbita del denostado Plutón.
La NASA dio por finalizada oficialmente la misión de la Pioneer 10 en 1997, después de 25 años de recorrido surcando el Universo. Aunque la Pioneer se resistió a ser olvidada y siguió mandando regularmente mensajes hasta 2003, la NASA no espera volver a contactar nunca más con ella. Está destinada a viajar eternamente por los confines del universo hasta que la humanidad se olvide de su existencia. Su próximo encuentro con algo será dentro de 2 millones de años con la estrella Aldebaran.
La placa de la Pioneer 10
La Pioneer 10 es también famosa por contener, como apuntábamos, una placa inscrita con un mensaje simbólico informando a una posible civilización extraterrestre, que pudiese interceptar la sonda, sobre el ser humano y su lugar de procedencia. En la placa se puede ver:
- A la derecha, la imagen de la sonda con el único fin de dar proporción a las dos figuras humanas dibujadas delante, una femenina y otra masculina.
- A la izquierda, un haz de líneas que parten radialmente de un mismo punto. Ese punto es el planeta Tierra, las líneas indican la dirección de los púlsares más significativos cercanos a nuestro sistema solar y, en sistema de numeración binario, la secuencia de pulsos de cada uno. Este apartado constituye nuestra «dirección» en el universo. Una civilización técnicamente avanzada, con conocimiento de los púlsares, podría interpretar la placa.
- En la parte inferior se representa un esquema del sistema solar, con los planetas ordenados según su distancia al Sol y con una indicación de la ruta inicial de la Pioneer 10.
- Arriba del todo, a la izquierda, se muestra, también con indicaciones en sistema binario, el spin de una molécula Hidrógeno, el elemento más común en el universo.
Por cierto que, existe una fórmula matemática concebida para dar respuesta a la pregunta de si estamos solos en el universo o no. La Ecuación de Drake ó Fórmula de Drake fue concebida por el radioastrónomo y presidente del Instituto SETI, Frank Drake, con el propósito de estimar la cantidad de civilizaciones en nuestra galaxia, la Vía Láctea, susceptibles de poseer emisiones de radio detectables. La ecuación es la siguiente:
siendo:
N = Número de civilizaciones tecnológicamente avanzadas.
R = Número total de estrellas en la vía láctea.
fp = La fracción de esas estrellas que tienen sistemas planetarios.
ne = Número de planetas apropiados para la vida, por cada sistema planetario.
fl = La fracción de esos planetas donde se desarrolla vida.
fi = La fracción de esos planetas donde se desarrolla la inteligencia.
fc = La fracción de esos planetas capaces de comunicarse mediante señales de radio.
L = La fracción de tiempo de vida del planeta durante la cual vive la civilización.
R = Número total de estrellas en la vía láctea.
fp = La fracción de esas estrellas que tienen sistemas planetarios.
ne = Número de planetas apropiados para la vida, por cada sistema planetario.
fl = La fracción de esos planetas donde se desarrolla vida.
fi = La fracción de esos planetas donde se desarrolla la inteligencia.
fc = La fracción de esos planetas capaces de comunicarse mediante señales de radio.
L = La fracción de tiempo de vida del planeta durante la cual vive la civilización.
El resultado de la ecuación depende de los valores que queramos/sepamos dar a las variables.
Y eso es quizás lo más interesante de esta ecuación, no tiene una solución única y depende de lo que cada persona razone sobre cuáles son las probabilidades de los diversos factores que la componen: cuán probable es que se formen planetas, se desarrolle la vida en ellos, esa vida alcance a ser inteligente, no se autodestruya… factores sobre los que se puede discutir largo y tendido.
Este vídeo educativo TED-Ed es una buena explicación de cómo funciona la Ecuación de Drake, una forma de estimar un tanto a «ojímetro» cuál es la probabilidad de que exista vida extraterrestre en algún lugar del universo.
Con los valores de Drake de 1961 el resultado daba unas diez civilizaciones en toda la galaxia. En 2004 el propio Drake revisó algunos de estos valores y la estimación subió a 100.000: estaríamos lejos de ser una civilización única y solitaria. Incluso con los valores más «ultraconservadores» el resultado es de dos. Y el número se multiplicaría por millones en caso de estar hablando del universo observable. La pregunta que irremediablemente asalta entonces es, si estamos en lo cierto y hay miles de civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia, e incluso si solo una fracción de ellas está enviando ondas de radio o rayos láser u otros modos de intentar contactar con otros, ¿no debería la colección de satélites del SETI estar captando todo tipo de señales?
Pero no lo ha hecho. Ni una sola vez. Nunca. Es lo que se conoce como la paradoja de Fermi [Vídeo]. Así que mientras las pruebas no lleguen tendremos que seguir conformándonos con hipótesis y preguntándonos ¿existe alguien ahí fuera?
Y para finalizar, una reflexión, no mía, sino del astrofísico Neil deGrasse Tyson:
Si bien está refiriéndose a cualquier tipo de vida, no necesariamente inteligente, es difícil explicarlo mejor en menos palabras. Y, de la única referencia que tenemos, la vida inteligente —si es que así nos podemos definir— es solo cuestión de evolución.
Leer más: waitbutwhy [inglés].
Youtube. Puedes activar los subtítulos.
Este vídeo educativo TED-Ed es una buena explicación de cómo funciona la Ecuación de Drake, una forma de estimar un tanto a «ojímetro» cuál es la probabilidad de que exista vida extraterrestre en algún lugar del universo.
Con los valores de Drake de 1961 el resultado daba unas diez civilizaciones en toda la galaxia. En 2004 el propio Drake revisó algunos de estos valores y la estimación subió a 100.000: estaríamos lejos de ser una civilización única y solitaria. Incluso con los valores más «ultraconservadores» el resultado es de dos. Y el número se multiplicaría por millones en caso de estar hablando del universo observable. La pregunta que irremediablemente asalta entonces es, si estamos en lo cierto y hay miles de civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia, e incluso si solo una fracción de ellas está enviando ondas de radio o rayos láser u otros modos de intentar contactar con otros, ¿no debería la colección de satélites del SETI estar captando todo tipo de señales?
Pero no lo ha hecho. Ni una sola vez. Nunca. Es lo que se conoce como la paradoja de Fermi [Vídeo]. Así que mientras las pruebas no lleguen tendremos que seguir conformándonos con hipótesis y preguntándonos ¿existe alguien ahí fuera?
Y para finalizar, una reflexión, no mía, sino del astrofísico Neil deGrasse Tyson:
Estamos seguros de que hay vida extraterrestre en algún lugar del universo. El universo es vasto. Que haya vida extraterrestre no es una «cuestión de creerlo». Solo que hay que examinar las pruebas. Y las pruebas nos muestran que el universo es enorme y que existe desde hace muchísimo tiempo. Los seres humanos no estamos hechos de ningún ingrediente especial: nuestros componentes están en todas partes del universo. Así que sería imperdonablemente egocéntrico sugerir que estamos solos en el cosmos
Si bien está refiriéndose a cualquier tipo de vida, no necesariamente inteligente, es difícil explicarlo mejor en menos palabras. Y, de la única referencia que tenemos, la vida inteligente —si es que así nos podemos definir— es solo cuestión de evolución.
Leer más: waitbutwhy [inglés].
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